Alfonso del Castillo, concibe su obra no sólo como expresión sino como investigación de la vida interior en un intento de trascender los límites impuestos por la realidad. Licenciado en Bellas Artes en Sevilla, se traslada a Cuenca como becario Séneca. Su paso por esta universidad le marcó profundamente, buscando una idea más conceptual del arte alejado de lo academicista y figurativo. Allí realizó varias exposiciones, donde buceó en la búsqueda de un estilo propio.
La peculiar mirada del artista sobre lo que le rodea no nace de ideas preconcebidas, es el azar y la composición sin dibujo previo la que, según expresa Alfonso del Castillo, le divierte y le intriga: “es el morbo de no saber cómo lo puedo terminar hasta que no lo doy por terminado”.